¿Amor o tensión sexual no resuelta? Buena pregunta, ¿no?. Las diferencias son obvias, al menos aparentemente, ya que, en realidad, la línea divisoria entre ambos se encuentra a menudo bastante difuminada, de forma que una cosa puede llevarnos a la otra y viceversa.
Los síntomas del amor y la tensión sexual no resuelta son similares. ¿Acaso cuando nos enamoramos no sentimos esa impaciencia en el alma, estamos siempre en las nubes y cuando vemos a nuestro héroe/heroína sentimos un cosquilleo en el estómago? Pues sucede prácticamente lo mismo con la tensión sexual no resuelta, TSNR, a partir de ahora. Cierto es que el primero es algo más espiritual y quizás nuestras fantasías al respecto sean algo más románticas, cursis y recatadas. La segunda, en cambio, sigue una línea, digamos, más instintiva, más terrenal. Las fantasías ya no están plagadas de dulces besos robados en una playa paradisiaca durante una puesta de sol. No. La TSNR genera fantasías más de dormitorio, más de atuendos volando por doquier en cualquier lugar y escenas al más puro estilo Instinto básico o 50 sombras de Grey.

La TSNR genera fantasias al más puro estilo 50 sombras de Grey
Soy consciente que en un día como hoy debería hacer apología del amor y del romanticismo, pero Cupido y yo, aunque somos viejos conocidos, hemos tenido nuestros rifirrafes. Después de unos cuántos fallos con sus dichosas flechitas, tuvo el buen ojo de acertar, así que ahora mantenemos una relación amigable pero de aquellas de tú en tu casa y yo en al mía. Así pues mejor pasamos a hablar de la TSNR, cosa que, por otro lado, seguro que todos hemos vivido en alguna ocasión.
En primer lugar, la TSNR puede estar solo en tu cabeza. Por el motivo que sea puedes pensar que alguien te ha mirado fijamente con un deseo exacerbado en el metro, en la cola del pan o en la farmacia, cuando en realidad podría ser que esa persona estuviera pensando en que no le quedaban zanahorias en la nevera. Cuidado con eso, a veces este tipo de cosas son solo imaginaciones nuestras y bien pudiera ser que estuviéramos viviendo una fantasía en solitario.
Si la TSNR es correspondida ya es otra cosa. Cuando las pruebas de ello son evidentes, entonces empiezan los problemas… o no. Por regla general este tipo de situaciones se suelen dar con gente que en un principio nos cae fatal, es más, podemos llegar a sacarle a esa persona un millón de defectos y rajar de ella hasta el día del juicio final, pero luego, un día cualquiera, una mirada, una palabra, un roce, una sonrisa… entonces algo en tu cabeza hace clic, y ahí aparece como un elefante. «Hola, soy tu TSNR y he venido para quedarme». Ahora resulta que ese o esa que te caían tan mal ya te hacen más gracia y empiezas a fijarte en los detalles. Todo es muy sutil al principio, ya que la tensión se genera justamente por lo imposible, por lo prohibido de la situación.

Lo prohibido resulta mucho más tentador
Entonces llega el día que te plantas delante del susodicho o susodicha y en un vano intento de mantener una conversación fluida e interesante, como la que mantienes con el resto de tus amigos y conocidos, solo puedes balbucear sandeces y barbaridades varias. Luego te vas a casa pensando “Menuda sarta de estupideces he dicho”. Tranquilos, no hay que preocuparse, seguramente la otra persona pensará lo mismo de su discurso. Y es que en realidad, no importa demasiado lo que se diga, ya que la característica básica de la TSNR es el lenguaje del cuerpo. Las miradas, los gestos, una sonrisa, un leve y coqueto movimiento de cabeza o tocarse el pelo de forma compulsiva son algunas de las respuestas corporales que este tipo de tensión suele generar.
La cosa puede seguir creciendo y complicarse. Un poco de transgresión, una pizca de morbo, el deseo contenido de lo que no tenemos y el romper la barrera de lo prohibido hacen de la TSNR algo muy, muy apetecible e imposible de controlar cuando estalla. De hecho, uno puede incluso pensar «Se acabó, esto es absurdo, c’est fini, game over». Pasan un par o tres de meses en los que no ves a tu antiguo objeto de deseo. «Ya esta todo controlado», piensas, orgulloso de ti mismo, y, de repente, un día te lo encuentras por casualidad y ¡zas! ahí está de nuevo la TSNR. «I’m back, baby!»

La TSNR siempre vuelve, como Terminator
¿Qué hacer entonces? Pues tenemos dos opciones, resolverla o no resolverla. En este último caso, deberemos lidiar con ella mientras se produzca y, con el tiempo, la guardaremos en nuestro recuerdo como algo bello que no pudo ser. Resolverla, en cambio, puede llevar a dos situaciones. La primera se resolvería en el dormitorio, con fuegos artificiales y rotura de muebles incluidos, que puede dar lugar a una PADDL, o sea, una pasión amorosa de duración limitada o, en el mejor de los casos, ilimitada. Aquí ya estaríamos hablando de amor. Por otro lado, también puede suceder que el encuentro fuera de lo más decepcionante. Un desastre, vamos. Aparecería entonces la TSNDHR, es decir, la tensión sexual que nunca debería haberse resuelto. Cualquier decisión tiene sus consecuencias y no tendremos más opción que vivir con ellas.
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Buenísimo, Susana. Me ha gustado y me ha hecho mucha gracia. Me he reído… muy ocurrente y acertada, como siempre. ¡Enhorabuena!
Gracias Maribel, me alegro de que hayas pasado un rato divertido con la lectura. Saludos.