Huyghe, en su obra El arte y el hombre, nos invita a reflexionar sobre la relación indisoluble que existe entre el arte y el hombre. Este último posee una capacidad de raciocinio y un deseo de mejorar, alcanzable a través de la calidad. Se establecen así, la moral, que gobierna nuestras acciones y el arte, que gobierna nuestras creaciones.

La obra de arte permite profundizar en la sensibilidad y espíritu del hombre, que no ceja en su empeño de buscar esa calidad que, aunque no puede precisarse, se percibe y no es otra que la belleza, la cual adquiere nuevos matices en diferentes lugares y épocas.

La genialidad de una creación artística no depende solo de plasmar el realismo o lo cotidiano de una época y/o de una sociedad sino que necesita, indefectiblemente, la inspiración del artista que expresa su visión de la realidad mediante su personalidad.

Así pues, no solo el arte es el reflejo de la historia sino que también influye en ella. Por medio de las obras de arte se constituye y se modifica la realidad y, por consiguiente, las formas de sentir y pensar. Encontramos un ejemplo claro en el uso que hicieron del poder de las imágenes, las instituciones religiosas católicas en el pasado, para captar y acercar a los fieles. Una situación similar pero opuesta ocurre con el Islam, que no representan deidades demostrando así que no subestiman el poder de las imágenes.

Las imágenes creadas por el arte desempeñan dos funciones: la primera es la imposición de ciertas maneras de sentir y pensar, y la segunda es la liberación de algunas obsesiones y tentaciones, reprimidas apenas por nuestro pensamiento. El artista pasa esas tentaciones a su obra y son captadas, a su vez, por el espectador, aplacando de esta manera lo que, por una u otra razón, no podría realizarse. Como ejemplo, podemos observar la obra de Henri Toulouse-Lautrec, hijo enfermo de unos aristócratas, que refleja en sus obras los deseos insatisfechos en su vida real. En la imagen, podemos ver una de las obras del autor.

El beso. Henri Toulouse Lautrec, 1892. Óleo sobre cartón 60×80. Colección Particular.

Según Huyghe el arte obedece sus propias reglas y consta de una serie de fases cíclicas: primitiva, clásica, refinamiento y barroca, similares a las etapas de la vida humana: infancia, juventud, madurez y vejez. Esto explicaría las semejanzas encontradas en obras, distantes en el tiempo y el espacio como podemos observar en las siguientes  imágenes.

Detalle del Ángel de la Anunciación. Catedral gótica de Nuestra Señora de Reims, s. XIII d.C. Francia.

Detalle de la Escultura Genio de las Flores. Procedente de Hadda. Afganistásn, s. II a.C. Museo Guimet. París.

Los componentes que se armonizan para constituir una obra de arte son: la realidad exterior, fuente de imágenes que el artista representa; la plástica, que son los medios de los que dispone el artista para crear y, por último, los pensamientos y sentimientos del artista individual (rasgo característico del artista contemporáneo) o de la comunidad de la que forma parte (más habitual en el artista de antaño).

El artista combina varios factores para dar forma a sus creaciones. El primero de ellos es el plano mental, formado por las intenciones lúcidas y voluntarias así como por los impulsos que siente y sufre el artista. El segundo es el plano visual: el artista hará uso de formas ya aprendidas en obras anteriores. Y, para finalizar, el plano manual: el artista es consciente de la mayor o menor dificultad que los diferentes materiales a su alcance pueden causarle en el resultado final de su obra.

Las formas inventadas por el hombre provienen de diferentes fuentes: abstracta (son figuras geométricas simples generadas por el pensamiento del artista, también son previsibles y poseen cierta sequedad); figurativa (se basa en la observación de la naturaleza y el deseo de representarla) y concreta (procede de la necesidad técnica impuesta al usar determinado objeto con características físicas definidas). Entre estas fuentes se producen intercambios. Así pues, puede suceder que la forma nacida de la copia de un objeto real tienda a estilizarse; simplificándose posteriormente, y alcanzando, después, una forma abstracta que, en ocasiones, el hombre dota de un nuevo significado.

Huyghe nos habla del paralelismo y la estrecha relación existente entre el arte y el pensamiento de una época. La línea que siguen todos los artistas de una misma generación, sin ser conscientes de ello, es común a la línea del período de tiempo a la que pertenecen. Los artistas actuales, justamente por ser demasiado conscientes de los tiempos que les ha tocado vivir, han entorpecido su forma de expresar el arte contemporáneo, dotándolo de cierta insustancialidad.

Desde el primer momento que el hombre crea para expresar algo y lo convierte en algo perdurable, empieza el arte, el cual depende de la impresión (el artista interpreta la realidad según su visión) o bien, de la expresión (el artista crea a partir del mundo etéreo de su mente), de forma tal que una misma realidad vista por varios artistas adquiere un aspecto y una sensibilidad distintas. Tomaremos como ejemplo el pueblo de Cannes visto por Renoir, Soutine y Derain en las imágenes siguientes.

Paisaje de Cannes. Pierre-Auguste Renoir, 1910. Óleo sobre lienzo. Colección Particular.

Paisaje de Cannes. Chaïm Soutine, 1923. Óleo sobre lienzo. Colección Mr. Lev Elkin y Mrs. Marina Ouzdin.

Vistas de Cannes. André Derain, 1910. Óleo sobre lienzo. Museo Folkwang, Essen, Alemania.

Para finalizar, Huyghe manifiesta que gracias al arte, el alma del artista se plasma en la materia tangible (cuadro, escultura, etc.) y esa realidad física se hace poseedora del espíritu humano, originándose así la belleza, la cual, se establece también, a través de la genialidad, las habilidades y el empeño del artista, cualidades necesarias, a su vez, en el público, para poder percibirla.


En la foto de portada Juan Vaquerizo, en el Museu Nacional d’Art de Catalunya, artista y creador de Masterpieces Drawing & Painting, página con alma museística en Facebook donde podréis encontrar una gran selección de obras en alta calidad de imagen.


 

 

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