El concepto de paradigma desarrollado por Thomas S. Kuhn establece un modelo de consenso a partir de una revolución científica o tecnológica capaz de romper el paradigma en curso y sustituirlo por otro. En el transcurso del tiempo diferentes paradigmas se han ido incorporando a los nuevos contextos históricos y sociales.

En el siglo XVII, Descartes y Newton proponen un acercamiento racionalista al conocimiento basado en la simplificación, la jerarquía y el orden, y que deja de lado la visión holística de las ciencias, configurándose el paradigma cartesiano en la cultura occidental. Este nuevo pensamiento se caracterizará por independizar al hombre de su entorno, por la separación de cuerpo y alma, y por centrarse en las partes y no en el todo, con lo que el conocimiento quedará supeditado a la disyunción –el objeto de conocimiento se separa del sujeto que conoce–, la reducción –se centra en las partes más que en su totalidad–, y la abstracción –todo queda remitido a las certezas matemáticas–. Este pensamiento conceptual lineal ha permitido grandes progresos científicos, sin embargo, el determinismo dominante también ha supuesto el rechazo de nociones complejas que contravenían el orden buscado.

A principios del siglo XIX, con la aparición de los principios de la termodinámica que proclamaban la entropía como estado más probable de un sistema, se empieza a cuestionar la idea de un mundo ordenado. Esta forma caótica de concebir los sistemas complejos dio lugar al paradigma de la complejidad, que asumía cierto grado de imprevisibilidad en las certezas del conocimiento, el cual dejaba de ser algo inmóvil, que debía transmitirse, para pasar a integrar ciertas perspectivas relativistas. Posteriormente, a mediados del siglo XX, surgirá la idea de hipertexto, esbozada por Bush y Wittgenstein, como herramienta que nos permitirá una visión más holística del conocimiento complejo e integrará la relatividad, la perspectiva y la evolución del observador, instaurándose el paradigma hipertextual.

Así pues, con el advenimiento de las nuevas y complejas teorías científicas, y el desarrollo de las nuevas tecnologías, el paradigma lineal, cartesiano o de la simplificación queda obsoleto y se pasa al paradigma hipertextual o de la complejidad, en el que el hipertexto se erige como uno de los elementos clave de la posmodernidad.

Del paradigma cartesiano al hipertextual

Wittgenstein, coetáneo de Bush, estableció una relación entre el soporte sobre el cual plasmamos nuestros pensamientos y cómo este condiciona nuestra forma de pensar. Con la escritura impresa, el pensamiento siguió un modelo lineal y jerárquico, del que pudimos liberarnos con el advenimiento del hipertexto, que nos permite reproducir el funcionamiento natural del pensamiento y su multidimensionalidad, en un ejercicio dinámico y dialéctico de retroactividad. Así pues, escritura, lectura y soporte se erigen como elementos que influyen en el proceso de pensamiento.

Según Jack Goody, la escritura libera al pensamiento de la linealidad de la oralidad. En la historia de la escritura y sus soportes se hace evidente la evolución hacia la complejidad. La palabra oral fluye linealmente, con el códice y su transcripción en páginas, y el desarrollo de la imprenta y su soporte en forma de libro moderno, en el Renacimiento, la lectura mantiene su aspecto lineal, aunque aparece una semiología textual que dota de significado al texto. Con el hipertexto y su soporte digital, desaparece la perspectiva única, el texto se desmaterializa y se convierte en un objeto inestable, maleable, modificable y transferible, de forma que desaparece la linealidad: ahora el texto es multilineal, discontinuo e interactivo.

En conclusión, parece claro que los soportes de lectura y escritura tienen mucho que ver con el cambio de paradigma. En el siguiente video os dejo un ejemplo, en clave de humor,  del advenimiento del libro que sustituyó al códice de pergamino. De igual forma podríamos establecer un símil entre el libro y el hipertexto.

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