El día 21 de Diciembre se inició oficialmente el invierno. Haciendo memoria recordé el mito griego sobre el cambio de las estaciones, encarnado en los personajes de Hades y Perséfone. Cuenta la leyenda que en las floreadas praderas de Nisa vivía la joven y bella Perséfone, rodeada de animales y frondosa flora. Su madre, Deméter, diosa de la agricultura y la fertilidad, amaba a su hija por encima de todas las cosas y la protegía con gran celo. Allá por donde Deméter pasaba brotaba, abundante, la vida. Convertida en una grulla blanca, la diosa iba a visitar a su hija cada día para llevarle todo aquello que pudiera necesitar.

Un día, el rey de los dioses del Olimpo, Zeus, indicó a su hermana Deméter, que su joven sobrina debería contraer matrimonio pronto. La diosa, enfadada, se negó obstinadamente a acceder ante tal petición, alegando que su hija era demasiado joven y que jamás consentiría que la apartaran de su lado. Zeus, enojado, ordenó a Cupido lanzar una flecha a la joven Perséfone para que se enamorara de la primera persona que viera. Deméter intentó pararla, haciendo que esta rebotara en las columnas del templo y desviando su dirección original. La flecha acabó hundiéndose en el lago junto al que Perséfone solía sentarse.

cupido

Al poco rato, un narciso brotó de la tierra. Esa flor, desconocida para Perséfone, llamó su atención y se acercó a olerla. De repente, la tierra se abrió y apareció Hades, dios del Inframundo, a lomos de un enorme caballo negro. Perséfone, huyó despavorida, pero el dios del Averno la alcanzó fácilmente, la subió a su caballo y se hundió con ella en las profundidades de sus dominios. Mientras tanto, Deméter, presintiendo que algo pasaba, se acercó a ver a su hija, encontrando tan solo su corona de flores en la zona, ahora carbonizada, por donde Perséfone y su raptor habían desaparecido en dirección al Infierno.

Deméter, desesperada e ignorante de lo ocurrido, adoptó la forma de una anciana e inició la búsqueda de su hija por todos los rincones de la tierra sin éxito en su misión. Un día, en los confines del mundo, junto a un acantilado, se encontró a la diosa Iris, que, apiadándose de ella, le explicó que su hija estaba en el Averno, junto a Hades y la consoló diciéndole que sería un buen matrimonio. Después de todo, Perséfone sería la reina del Inframundo.

diosa-iris

Mientras tanto en el Infierno, Perséfone recriminaba a Hades su acción, dándole a entender su confusión ante el amor que este le profesaba no habiéndola visto nunca antes. Este, en un intento de conciliación con su amada, le contó el porqué de su enamoramiento. «Estaba contemplando tu reflejo desde aquí, en el lago junto al que sueles sentarte, cuando la flecha de Cupido me alcanzó». Aun así, Perséfone no podía disimular su rabia y tristeza al saberse en un lugar tan distinto a sus luminosas praderas llenas de vida. A pesar de todo, con el tiempo se resignó y Hades supo ganarse su corazón, hasta que, finalmente, la joven le correspondió y aceptó su propuesta de matrimonio.

Deméter, absolutamente furiosa a la vez que desconsolada por las noticias de Isis, se dirigió al Olimpo adoptando la forma de una grulla negra para hablar con Zeus. Una vez allí, le amenazó con deja de fertilizar la tierra con la consecuente muerte de toda la naturaleza y también de los humanos, si no le devolvía a su hija y la sacaba del Inframundo. Zeus, alarmado ante la perspectiva, envió a Hermes, el dios mensajero, a informar de lo sucedido a Hades. Perséfone debía volver.

zeus

Una vez en el Averno, y justo después de las nupcias de Hades y Perséfone, Hermes informó a Hades de las intenciones de Deméter y las órdenes de Zeus. Hades le respondió que le importaba poco lo que sucediera en la tierra, pero el mensajero le dijo que si desaparecía el mundo de los vivos también el infierno dejaría de existir. Aun impotente y furioso ante la perspectiva de perder a su amada, escuchó el plan de Hermes. Le daría a su esposa una granada crecida en el Averno. A riesgo de perder la vida, Perséfone tendría que permanecer un mes en el reino de Hades por cada grano de granada que tomara. Hades le contó a su esposa que Zeus había ordenado su regreso junto a su madre.

granada

Perséfone se negó en rotundo exclamando apasionadamente que ella era feliz junto a él. No quería seguir siendo manipulada ni mandada por nadie. «Si vuelvo, mi madre jamás me permitirá regresar junto a ti». Hades le contó entonces su plan. La joven reina aceptó y tuvo tiempo de tomar cuatro granos de granada antes de acatar la orden de Zeus. Cuando volvió a su jardín en la tierra, su madre que la esperaba allí, dejó su apariencia de anciana y se tornó en la bella diosa que siempre fue. Pero Perséfone le dijo que tenía que volver al Inframundo como mínimo durante cuatro meses. Ante los lamentos de Deméter, la joven le dijo que no debía preocuparse puesto que cada año regresaría junto a ella durante unos meses.

demeter

Cuando Perséfone se reunió con su esposo que la esperaba en su caballo negro para dirigirse a su reino del Inframundo, Deméter proclamó que durante el tiempo en que su hija estuviera ausente, el viento soplaría frío y la tierra se cubriría de un manto de nieve hasta su regreso, momento en que de nuevo todo volvería a florecer.

Y de esta leyenda nace el origen de las estaciones. Así pues, en estos momentos, nuestra bella Perséfone se encuentra en el Averno, feliz, junto a su amado esposo Hades, mientras que su madre Deméter cubre la tierra de frío y espera la vuelta de su hija para volver a llenar el mundo de brisas cálidas y exuberante vegetación.

 

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