Para acabar, conté la aventura de la tierra maldita. El director me mandó junto a otros dos compañeros a buscar tierra a una de las aulas, cerradas con llave, del piso superior, para realizar un experimento de física, consistente en separar las limaduras de hierro de la tierra mediante un imán. Así que allá nos fuimos los tres, rápidamente, a cumplir el encargo. Al llegar al aula donde supuestamente estaba la tierra, no supimos encontrarla, pero vimos varias urnas llenas de tierra seca y apelmazada. Varios focos encendidos las apuntaban. Todo indicaba que era uno de los locos experiementos del director.
El tiempo pasaba y no sabíamos qué hacer. La desesperación hizo mella en L.R., y sacó la tierra de una de las urnas ante mi estupor y antes de que pudiera decir «¡¡¡No toques eso!!!», ya había levantado parte de la tierra. Afortunadamente, el otro compañero, J.M.C., consiguió localizar la tierra adecuada, escondida en un estante bajo y volvimos a colocar la tierra en la urna a toda prisa, más o menos como estaba, rogando a Dios que nadie se diera cuenta de nuestra metedura de pata y jurando no saber nada del tema si por aquellas casualidades éramos descubiertos. No sé qué pasó con el experimento, pero al parecer nadie sospechó de nosotros, lo cual fue un gran alivio.
By susanagonu