Hacía días que una conocida me pedía amistad en una red social. Reacia a aceptar su solicitud por sus ideologías tan diferentes a las mías, su petición permaneció en el limbo durante algo más de un mes hasta que un día sucumbí y me decidí a aceptarla, no sin cierta suspicacia. Craso error. Tal y como mi instinto me indicó en su día, nuestra «amistad» virtual tuvo una duración inferior a las 24 horas. Pero que te cuestionen todas tus publicaciones, se polemice sobre ellas y se politicen sin venir a cuento, y además sin argumentos y con frases absolutamente carentes de sentido, es algo merecedor de un justo y fulminante bloqueo.

Y es que creo que se pueden tener posturas diferentes respecto a determinados temas y no por ello entrar en polémicas estériles que no conducen a nada. Es tan fácil como optar por no comentar nada si no estás de acuerdo con algo, o bien contrargumentar educadamente. Otra cosa es que te cuestionen una publicación tras otra con el único y evidente fin de molestar, lo que al final se traduce en una pérdida de tiempo que no conduce a nada. Por experiencia sé que las polémicas a base de comentarios suelen acabar mal, sobre todo, si provienen de personas tóxicas.

paseando perros

Y es que este tipo de personas siempre te fastidian de una u otra forma. Recuerdo una vez que estábamos un grupo de conocidos reunidos con nuestras respectivas mascotas. Una de las chicas del grupo comentaba lo contenta que estaba de que su perrita hubiera superado una enfermedad grave que contrajo de cachorrita. Yo, encantada con la noticia, le respondí diciendo que me alegraba un montón por ellas.

Pero claro, este clima de esperanza y felicidad suele molestar a según quien. Rápidamente, la persona tóxica pasó a la acción contraatacando con la noticia de que habían muerto varios perros en el barrio víctimas de algún loco que los envenenaba. Una vez creado el mal ambiente pudo explayarse a sus anchas contándonos otra infinidad de desgracias sufridas por los pobres animales.

Reflexionando sobre lo ocurrido con esta persona, me puse a pensar sobre la gente tóxica que nos rodea y que tiene la capacidad de agotarnos la energía sin ningún tipo de miramiento, cuando podríamos emplearla en cosas mucho más útiles. Por regla general, cada cierto tiempo tienes posibilidades de toparte con una persona de esas características. Haciendo memoria recordé a algunas con las que me vi obligada a tratar puesto que formaban parte de mi ámbito laboral.

arquitecta

Durante un tiempo trabajé en un estudio de arquitectura como asistente personal de una de las arquitectas y dueñas del negocio. El trabajo me gustaba y aprendí un montón sobre esta disciplina. Los compañeros eran, en general, amables, trabajadores y discretos. No obstante, en el departamento de contabilidad las cosas no pintaban tan bien.

La contable era una persona tóxica. Siempre quejándose, siempre intentando perjudicar a los demás, siempre con un comentario negativo y una crítica dirigida a alguien en la punta de la lengua. No solo me puso a mí, en alguna ocasión, en algún aprieto con mis jefes, sino también a otras compañeras, con las que se ensañaba en su ausencia comentando entre susurros todo lo «malo y oscuro» que sabía sobre ellas. Imagino que hacía lo mismo con todo el mundo, así que opté por mantener un educada distancia prudencial y hablar lo menos posible con ella.

enfermera toxica

En otra ocasión, durante los años que trabajé como enfermera en un hospital, me topé con una compañera que sobrepasaba con creces el nivel de toxicidad que conocía hasta el momento. Su vida, muy común hoy en día y similar a la de muchas otras mujeres, parecía un drama shakesperiano tal y como ella la contaba. Se complacía en contar la historia de su separación, lamentando una y otra vez su desgracia, mientras se deleitaba en un vivo y puro victimismo.

Al parecer, en un extracto de la visa de su esposo encontró el pago de una cantidad considerable efectuado en una perfumería de lujo. Pensando que esas Navidades recibiría el fastuoso perfume, pasaron Reyes y recibió uno, pero no el esperado frasco de Chanel, Sisley o Guerlain, sino uno de los baratos, el típico Don Algodón comprado en el súper de la esquina con el desodorante a conjunto incluido. En definitiva, uno de esos que nada tenía que ver con la cantidad del extracto bancario. De ahí, le fue fácil deducir que el perfume caro era para otra, cosa que su marido le confirmó, previo interrogatorio. Efectivamente, después de eso vino la traumática separación, la lucha por la custodia de los niños y demás desventuras. Personalmente creo que jamás perdonó a su marido, ni siquiera con el paso de los años. Solo había que ver la manera en que les hablaba a sus hijos de él. Terrible.

Esa negatividad también la aplicaba al trabajo, donde hacía un drama de cada cosa que le salía mal, sus quejas sobre cualquier tontería eran bien conocidas. Aunque muchas de las compañeras le seguían el juego compadeciéndose de ella y sumándose a su eterno descontento. Por supuesto, si podía perjudicarte no tenía problema en hacerlo. Supongo que sus miserias se mitigaban un poco con la desgracia ajena.

stop gente toxica

De ahí la importancia que tiene saber reconocer y tratar a este tipo de personas que suelen provocar emociones negativas y son poseedoras de tendencias victimistas, arrogantes y envidiosas. Juzgan sin criterio alguno, no tienen iniciativa propia, suelen mentir y manipular, y si con ello provocan dolor al otro aun se complacen más.

Por ello se hace necesario tirar de inteligencia emocional. Mantener una distancia, establecer ciertos límites y sobre todo evitar caer en su juego. Rodearse de gente positiva, que nos enriquezca y que nos aporte experiencias que nos hagan crecer y mejorar como personas se hace indispensable en un mundo donde cada vez es más fácil toparse con esas indeseables personas tóxicas.

 

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