La 2ª Guerra Mundial empezó con la invasión de Polonia por parte de Hitler en septiembre de 1939 y finalizó con la rendición de Alemania en mayo de 1945. Fue una guerra total que afectó tanto a civiles como a soldados. No obstante, debemos diferenciar la primera mitad de la contienda, considerada una guerra europea, de la segunda mitad, considerada una guerra mundial, que implicaría a la URSS, Estados Unidos y Japón.

Lo cierto es que la táctica bélica Blitzkrieg o guerra relámpago utilizada por Hitler le permitió conquistar Polonia y, más adelante, Holanda, Bélgica y Francia, en poco tiempo. Italia se unirá en ese momento al conflicto posicionándose en el bando alemán. Sin embargo, Gran Bretaña, gracias a su posición geográfica y su superioridad naval y aérea –disponía de aviones de largo alcance con radares– no sucumbió ante Alemania. La segunda mitad de la guerra puso en jaque a la URSS –hasta ese momento con un papel de aliado pasivo de Alemania mediante el pacto Ribbentrop-Molotov– que, con sus yacimientos de petróleo, se había convertido en un codiciado objetivo alemán.

Hitler conquistó Polonia gracias a la táctica bélica Blitzkrieg

En 1941 se inician las primeras ofensivas alemanas contra los soviéticos, sin embargo, la crudeza del clima extremo de Moscú y el mantenimiento del sistema político soviético no le dieron a Hitler la rápida victoria que esperaba –Hitler creía que ante el régimen de terror impuesto por Stalin, un ataque externo sería visto por la ciudadanía como una liberación y el régimen colapsaría en poco tiempo–.

Mientras, ese mismo año, Japón entraba en la guerra con el ataque sorpresa contra la flota norteamericana establecida en el Pacífico en la base de Pearl Harbour. Los motivos del ataque residen en el afán expansionista nipón en el pacífico, lo cual generó las hostilidades norteamericanas que se tradujeron en el embargo de envíos de materiales estratégicos para Japón.

El acorazado USS Arizona durante el ataque japonés a Pearl Harbor

Con su economía amenazada, Japón decide atacar a los EUA y conquista también los territorios ocupados por norteamericanos, británicos y holandeses en el Pacífico y en Extremo Oriente. Hitler aprovechó el ataque japonés a Pearl Harbour para declarar la guerra a los EUA. La inclusión en la guerra de la URSS, Japón y los EUA le dieron una dimensión global al conflicto y la guerra pasó a ser tanto política como militar.

El final de la guerra vino marcado por la victoria del ejercito ruso en el frente este, que supuso el enfrentamiento más cruento, en tanto confrontaba el totalitarismo nazi con el soviético, y la victoria de los angloamericanos gracias al desembarco de Normandía en el frente occidental. Mientras, los norteamericanos aceleraron la rendición japonesa con el lanzamiento de dos bombas atómicas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki.

No obstante, en la derrota del Eje Berlín-Roma-Tokio no hay que desestimar el intento de estos por rediseñar un nuevo orden, consistente en un sistema de estados satélites supeditado a sus intereses, pero que nunca acabaron de coordinar de forma seria, sobre todo, porque las potencias fascistas nunca superaron la perspectiva regional de un conflicto que había devenido en mundial.

Victoria rusa en Alemania. Soldado ruso alzando bandera en el Reichstag de Berlín

Otro elemento importante en este conflicto fue la resistencia. Con la alianza del capitalismo de los EUA y el comunismo ruso, los países aliados aspiraron a constituir una coalición para organizar la resistencia, que ante la ocupación territorial nazi –a excepción de Gran Bretaña– recayó en la población civil o grupos armados de partisanos. Fueron, justamente, esos movimientos europeos de resistencia, que jugaron un importante papel político y moral, los que legitimaron los gobiernos de posguerra.

Por regla general, estos movimientos obedecían a políticas de izquierda, ya que los movimientos de derecha se alineaban con los fascistas. Esto supuso un auge de la izquierda durante la guerra, de forma que incluso en los Países Bajos, alejados de perspectivas revolucionarias, el movimiento comunista conseguía votos, o el caso de Francia, en el que ganaron las elecciones de 1945. Debemos tener en cuenta que la mayoría de europeos vivieron la guerra de forma pasiva –derrotados primero por los nazis y ocupados más tarde por extranjeros–, así que el único motivo de orgullo constituían los movimientos de la resistencia armada que habían luchado contra el invasor. La resistencia, aun siendo menos evidente en la parte occidental de Europa, se tornó un mito importante y necesario.

Movimientos de resistencia armada 

Una vez las tropas aliadas tomaron el control, se puso en cuestión la legitimidad de las autoridades constituidas. Los gobiernos de Francia y los países del Benelux habían colaborado de forma eficiente con los ocupantes nazis. En Holanda, al igual que otros países, el principal apoyo de las fuerzas alemanas era la policía holandesa, sin la que no se hubiera podido llevar a cabo las tareas que requería la ocupación alemana. El trato de los nazis a estas poblaciones fue duro, en tanto fueron explotados y humillados, pero a no ser que fueran judíos, comunistas o terroristas, en general les dejaron vivir tranquilos.

El movimiento colaboracionista también implicó a la población civil que había incurrido en un oportunismo que les reportaba beneficios políticos o económicos, o bien se trataba de una cuestión de supervivencia. Hubo muchas mujeres acusadas de confraternizar con el enemigo y ofrecer servicios sexuales a cambio de comida, ropa o algún otro tipo de ayuda. De hecho, en el intervalo de tiempo entre la retirada nazi y el control aliado tuvo lugar un breve y sangriento periodo de ajuste de cuentas, en el que hubo linchamientos y ejecuciones promovidos por frustraciones colectivas o venganzas personales que eran alentadas, frecuentemente, por el oportunismo político o los beneficios económicos

Castigos a los colaboracionistas

En definitiva, el final de la 2ª Guerra Mundial estuvo marcado por la alianza entre la URSS y los EUA. Los primeros, con un enorme esfuerzo bélico, consiguieron derrotar a los alemanes en el este, mientras los segundos, se enfrentaron a los japoneses en el Pacífico y ayudaron a las tropas aliadas en su avance hacia Berlín. El periodo de posguerra no fue una época fácil, en tanto se libraron numerosas guerras civiles en diferentes países, que transformaron el fin de la 2ª Guerra Mundial en una revolución social.

Hay que destacar, también, el papel de la resistencia armada en Europa, que favoreció a la instauración de la izquierda, en mayor o menor grado, en la zona occidental. Sin embargo, una vez desaparecido el fascismo en el periodo de posguerra, el capitalismo y el comunismo se erigieron como enemigos y asentaron las bases que darían origen a la Guerra Fría.

 

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