La Chanson de Roland o el Cantar de Roldán es el cantar de gesta más antiguo escrito en lengua romance en Europa. Esta obra, escrita por un monje francés llamado Turoldo, contiene numerosos elementos simbólicos que ya analizamos en un post anterior. No obstante, en esta ocasión, nos centraremos en el guante y en la gestualidad de las manos como elementos de poder y religiosidad.

En La Chanson de Roland, el guante es un símbolo utilizado por igual en ambos bandos, sarracenos y francos, y podemos ver un ejemplo de ello en el verso 873 de la tirada LXIX, donde el rey Marsil entrega el guante a su sobrino. Con este gesto, el rey Marsil encomienda a su sobrino la misión de liderar la batalla contra los francos. Encontramos, además, varias alusiones a este elemento de poder en la obra. No obstante, solo nos detendremos a  analizar el fragmento donde Roldán, a punto de morir, tiende su guante derecho hacia Dios,  analizando y estableciendo algunos paralelismos interesantes referidos a este gesto.

Podemos diferenciar dos posturas dentro del grupo de los francos: unos están a favor de la guerra, como Roldán y sus seguidores, y otros están a favor de la paz, como los ancianos sabios, poseedores de tierras y riquezas, que desean vivir tranquilos. El rey Carlos forma parte de ese grupo y demuestra cierta pasividad ante los acontecimientos, lo que le provocará no pocos sufrimientos. Por otro lado, la soberbia y el arrojo de Roldán lo conducen a él y a sus hombres a un inevitable y trágico final.

Este final es necesario para restablecer el equilibrio y la paz. En este punto podemos hacer una comparación entre la versión germana de La Chanson de Roland del clérigo Konrad, el Ronlandlied (la citaremos como RL) y la versión en francés antiguo de Turoldo (la citaremos como CR).  En el RL, el énfasis recae en Carlos que, con la traición de Ganelón, ve su poder amenazado, mientras que en la CR, el protagonismo se concentra en el fatal destino de Roldán y Ganelón. En general, podemos afirmar que Turoldo se centra en el héroe y resalta el contenido ético, en cambio, Konrad establece un sistema de poder centrado en Carlos y de índole más religiosa, dejando el tema ético en un segundo plano. 

En el fragmento de la canción donde acontece la muerte de Roldán, podemos observar un buen número de elementos simbólicos. Uno de ellos ocurre en los versos 2364 y 2365, donde Roldán golpea su pecho arrepintiéndose de sus pecados, algo, por otro lado, muy típico de los guerreros épicos que mueren en combate tras haber luchado valientemente y que, tras la confesión de sus pecados, pueden acceder al paraíso. Esto, precisamente, es lo que ocurre al final. Roldán está a punto de morir y, aquí, en pocas líneas, volvemos a encontrar un considerable número de elementos simbólicos: Roldán se sitúa debajo de un pino, símbolo comentado anteriormente que sitúa al protagonista en el puente entre el cielo y la tierra. Después, el conde coloca su espada, bajo el cuerpo, y toma el olifante, dos elementos de poder indispensables que resaltan todas las cualidades de un caballero del calibre de Roldán.

Seguidamente, vuelve su rostro a España, alza su mano derecha enguantada hacia Dios y los ángeles descienden hasta él. Los versos que describen estas acciones son los pertenecientes a las tiradas CLXXIV, CLXXV y CLXXVI (versos del 2355 al 2395) y destacan por su repetición y paralelismo. Quisiera destacar que ambos recursos eran, para el poeta, un instrumento que describía y expresaba la contemporaneidad y el lento transcurso de la acción, seguramente para dar más dramatismo a este punto culminante de la obra.

Teniendo en cuenta la versión germana, los paralelismos que podemos encontrar con la historia sagrada son numerosos, cada uno de los personajes principales de la obra adopta un papel sagrado, por ejemplo, Ganelón representaría a Judas por su acto de traición, Roldán con el gesto de su mano derecha enguantada alzada hacia el cielo en el momento de su muerte adoptaría el papel de Cristo; el hecho que lo reciban los ángeles San Gabriel, Querubín y San Miguel del Peligro y lo eleven al cielo, así como el gesto de Roldán de reclinar la cabeza y juntar las manos, nos constatan ese paralelismo.

Por otro lado, el rey Carlos opta al papel de Dios Padre. Algunos versos del poema nos dan la respuesta (versos del 2443 al 2457). En primer lugar, cuando Carlos llega y ve la masacre de su ejército a manos de los infieles pide a Dios que alargue el día para llevar a cabo su venganza contra el enemigo. Dios le concede la gracia a través de un ángel, lo que acredita a Carlos a llevar a cabo una justa venganza aprobada por Dios, que está al lado de los cristianos.

En los versos de la tirada CCV (versos del 2870 al 2880) vemos que Carlos se lamenta de la muerte de Roldán. Es destacable el escenario natural donde se produce esta acción, que nos recuerda indiscutiblemente a la muerte de Cristo. Cuando Carlos acuna a Roldán en sus brazos es fácil remitirse a la escena de la Piedad, en este caso, masculina. El público de la época era conocedor de la leyenda según la cual Roldán era hijo incestuoso del rey Carlos, lo que refuerza los papeles sagrados de ambos.

Por otro lado, los hijos del rey Carlos históricamente verídicos se eliminan en esta obra. Algo muy habitual en las leyendas épicas y los cantares de gesta donde los poetas dejaban de lado la exactitud histórica, moviendo acontecimientos históricos en el tiempo y el espacio para que se adecuaran a su obra. A pesar de la reconstrucción inexacta de la historia, podemos afirmar que sus obras representaban fielmente las estructuras sociales y la costumbres de la época. Un ejemplo de estas inexactitudes lo encontamos en La Chanson de Roland donde los sarracenos son presentados como politeístas cuando de todos es sabido que los musulmanes solo adoran a Mahoma y no rinden culto a las imágenes. Esta tendencia a transformar la leyenda en mito quedaba arraigada en la sociedad, que lo consideraba como algo verídico.

Para terminar, es destacable el estilismo narrativo de la obra que, con sus fórmulas, repeticiones recurrentes, escenificaciones, anticipación de los hechos y la vasta iconografía utilizada hacen de este escrito “uno de los poemas más bellos de los cantares de gesta franceses” según Martín de Riquer, y cuyos puntos centrales son la muerte incomprensible de Roldán, la soledad e impotencia de Carlos y las contradicicones de la aristocracia. También tenemos que ser conscientes de las importantes diferencias entre los hechos históricos reales y la versión de Turoldo que contiene algunos hechos ficticios, deformados y exagerados, así como la alternancia de algunos personajes inventados, o al menos, sin fundamento histórico como Oliveros, y personajes reales como el arzobispo Turpín.

 

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