El barroco llega a Holanda mediante el caravaggismo y de la mano de algunos artistas que completan su formación en Roma y hacen suyas las características de Caravaggio, tales como el sentido de la vida y realidad de su pintura, el naturalismo en lo físico y emocional, y la contrastada luz tenebrista. Los pintores de la Utrecht católica, como Hendrick Terbrugghen, Gerrit van Honthorst o Dirck van Vaburen, serán los que transmitirán algunas características de la pintura italiana a grandes pintores como Rembrandt, Vermeer o Hals.
Hals
Frans Hals (Amberes 1581/85 – Haarlem 1666) es el principal representante de la escuela de Haarlem. La principal aportación de Hals son los retratos de particulares y de grupo. Su técnica pictórica destaca por ser abocetada, con pinceladas marcadas y acabados laboriosos. Su facilidad para capturar la personalidad del retratado permite un acercamiento del protagonista con el espectador.
«Banquete de los oficiales de San Jorge» (1533) de Hals
En el Banquete de los oficiales de San Jorge (130 x 2016 cm) de 1533, actualmente en el Historical Museum de Amsterdam, Hals intentó crear una pintura más viva y atractiva que no solo satisficiera las exigencias de los clientes, sino que fuera interesante por sí misma. Podemos observar que las figuras no están situadas de forma estática alrededor de la mesa, sino que están agrupadas tomando como punto de referencia el desfile de la bandera, la cual añade una mancha de color y un enérgico trazado diagonal a la ya de por sí animada composición. Retrata, además, con gran fidelidad a los miembros de la compañía, diferenciándolos, pero sin destacar a ninguno en particular. Hals logra, así, lo requerido de un retrato: mostrar con exactitud el aspecto de cada persona.
Rembrandt
Rembrandt Harmenszoon Van Rijn (Leyden 1606 – Amsterdam 1669) trata los principales géneros de la pintura holandesa de una forma muy personal. Tiene una triple actividad como pintor; dibujante, usando carboncillo, plumilla, sanguina y aguada; y grabador, actividad en la que destaca perfeccionando la técnica del grabado al aguafuerte y a punta seca, considerándose el mejor grabador de todos los tiempos.
Los géneros que trata son el retrato, la pintura religiosa, la histórica (incluyendo la mitología), el paisaje, la naturaleza muerta y las escenas de género. Su pintura se define en base a la luz que traslada al cuadro, impregnándolo de un aura de emoción, misterio y poesía, a la vez que lo dota de profundidad. El autor modela sus sentimientos en el lienzo y permite al espectador ver la emoción y la reacción expresiva del personaje ante un hecho concreto. Realidad y fantasía se combinan. Esta última plasmada por los efectos luminosos. Su técnica pictórica se caracteriza por una pincelada empastada y espesa, la variedad de recursos utilizados para lograr el grosor y la apariencia de toque, la riqueza de colorido y la variedad tonal de sus obras monocromáticas.
«La ronda nocturna» (1640) de Rembrandt
Susan Woodford aplica los principios de Wölfflin en el análisis de La ronda nocturna de Rembrandt. Las figuras y los elementos arquitectónicos están atrapados por la luz o profundamente oscurecidos por las sombras (pictórica), el movimiento diagonal de las dosfiguras principales, e incluso la diagonal en que se sostiene la bandera, son recesivas. Se refleja unidad compositiva y narrativa, rasgo barroco categorizado por Wölfflin.
Vermeer
Jan Vermeer de Delft (Delft, 1632-1675) fue el principal representante de la escuela de holandesa de Delft y su obra, cuantitativamente escasa, posee una temática inicial que versa sobre temas religiosos y mitológicos, en la que destaca la luz clara, los colores vivos y contrastados, una técnica pictórica con amplias pinceladas, así como las formas silenciosas y la quietud que reinan en sus cuadros. Posteriormente, realiza escenas de género, influido por el pintor Pieter de Hooch.
Las escenas de interior, domésticas, de la vida cotidiana, íntimas, con la figura de la mujer como protagonista, se dotarán de la tradición realista holandesa, de luz diurna y atmosférica, y de un dominio del espacio proyectado en perspectiva. La confluencia de todos estos elementos llevarán a Vermeer a conseguir un excelente modo pictórico muy personal, transcendiendo la realidad plasmada, que se hará poética y atemporal. Vermeer consigue convertirnos en intrusos que observan un instante de intimidad doméstica y nos envuelve en ese silencio, esa tranquilidad y esa serenidad que desprenden sus cuadros. Incluso sus obras paisajísticas nos transmitirán esa calma que las hacen más metafísicas que físicas.
El pintor de Delft conseguirá, pues, las más altas cuotas de intimismo, sencillez y sentido regular de la vida, en una visión amable de una sociedad satisfecha, donde cualquier cosa es digna de ser representada, como la lectura de una carta o las tareas cotidianas. El sutil uso del artificio, característico del pintor, así como una ordenación de las obras en esquemas geométricos estudiados que proporcionan reposo y silencio, configuran elementos muy representativos de la pintura barroca, escenificados en una realidad cotidiana alejada de la religión y el poder.
«La lechera» (1650) de Vermeer
La lechera (1650-60), 45,4 x 41 cm, es un óleo sobre lienzo localizado en el Rijksmuseum. Vermeer presenta en este cuadro a la mujer como ejemplo de virtudes y ejemplo a seguir. Podemos observar los objetos cotidianos del entorno, destacando el pan y la leche, que según algunos expertos simbolizarían la eucaristía y la pureza, respectivamente. Un luz potente ilumina la escena resaltando los tonos amarillos y azules, y se hace uso de la técnica “pointillé”, con la que se reparten puntos de luz por la estancia.
Otros pintores
Son, también, significativos una serie de pintores contemporáneos de Vermeer, pertenecientes a la tradición realista típicamente holandesa, que reflejan en sus obras la vida doméstica y cotidiana, así como temas burgueses dotados de cierto simbolismo. Destacan entre ellos Jan Steen y Adrien van Ostade, además de Pieter de Hooch, Gerard Terburch y Gabriel Metsu. Complementando a esta pintura de género, propia del arte burgués, encontramos el paisaje independiente, cuyos principales representantes son Jacob van Ruisdael, Meindert Hobbema, así como Jan van Goyen, pionero del paisaje naturalista y cuyas obras paisajísticas están teñidas de cierta melancolía. Destacan, también, en el género de naturaleza muerta, autores como Willem Claesz, Pieter Claesz y Willen Kalf.
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