Las fábulas de Fedro es un libro que tiene como objetivo deleitar e instruir al público, así como manifestar una crítica de la realidad sociopolítica de la época de la Roma Imperial . No obstante, el carácter universal que impregna las enseñanzas del fabulista romano permite aplicarlas perfectamente en la actualidad. Fedro era un esclavo liberto de Augusto. Se instruyó en Roma donde toma como referente a Esopo, al que considera el padre del género de la fábula. Sin embargo, Fedro se atribuye, justamente, la originalidad de las formas literarias al hacer uso del senario yámbico para componer sus fábulas.

El autor recurre al recurso de la prosopopeya, en la que los protagonistas son animales provistos de cualidades humanas. Esta técnica resulta útil a la hora de establecer un distanciamiento, que proporcione a la moraleja un carácter universal, a la vez que la aleje de particularismos y personas concretas. También debo señalar que algunas de la fábulas, tales como El zapatero médico y El César a un criado, están protagonizadas solo por humanos. En otras, como Un asno a un viejo, Unos machos y unos ladrones y La comadreja y el hombre, entre otras, combinan personajes humanos y animales.

El título de la obra es claro y significativo. El conjunto de fábulas que la conforman no necesitan de prólogo que las introduzca puesto que cumplen todas las características del género al que representan. Esto es, se inicia un conflicto de intereses, aparece una tensión dramática provista de elementos agonales o discursos opuestos y un resultado final que viene dado por la elección moral escogida por el protagonista y que nos conduce a la moraleja de la historia.

Fábulas de Fedro

La estructura de las fábulas es muy simple. La moraleja o enseñanza ética se manifiesta al principio y/o al final de la fábula. El estilo de Fedro es claro y breve, y utiliza expresiones muy cuidadas y cultas, así como algunos elementos más comunes. Debo hacer constar que la traducción del ejemplar analizado data de 1823, haciéndose presente una cierta dificultad añadida para la total comprensión del texto al estar escrito en castellano antiguo.

Sin embargo, esta dificultad puede solventarse fácilmente si releemos los pasajes más dificultosos e ignoramos las diferencias ortográficas y gramaticales existentes. Más aun, se agradecen las notas del traductor, que siguen a las fábulas en su versión original  latina, que resultan, en su mayoría, aclaratorias de la intencionalidad de algunas palabras latinas o su contexto.

Las diferentes fábulas se van sucediendo –primero en latín y luego en castellano–  sin un orden especialmente establecido y, en mi opinión, tampoco necesario, puesto que todas ellas forman un compendio de pequeñas historias que pueden ser leídas, incluso, a pesar de su brevedad, de forma individual. Por otro lado, el carácter moralizante y satírico de sus fábulas, deja en evidencia los vicios y defectos imperantes en sociedad de la época. De hecho, en el prólogo de su primer libro justifica su preferencia hacia el género de la fábula para poder evidenciar la situación de los más desfavorecidos.

El lobo y la oveja

El lobo y la oveja

Es obvio, pues, que la obra de Fedro va dirigida a los colectivos coetáneos menos favorecidos socialmente –de los que él mismo formó parte en su día, antes de ser liberado– señalando la importancia del uso de la astucia del débil frente al poderoso. Las clases populares son sus mayores simpatizantes. Las clases pudientes, en cambio, a menudo se ven reflejadas negativamente en sus escritos, lo que le supuso al autor, algunas enemistades y problemas legales con miembros de alto rango social.

He considerado oportuno hacer el análisis de algunos personajes encarnados en figuras de animales, concretamente el lobo y la oveja, ya que se observan ciertos paralelismos repetitivos, comparables o representativos del entorno social de la época. Por ejemplo, en todas las fábulas, el lobo representa siempre un personaje con connotaciones negativas, que podría simbolizar perfectamente a todos aquellos miembros de la sociedad carentes de rasgos éticos y ejemplares, y, por lo general, pertenecientes a las clases privilegiadas. Por otra parte, la oveja, desprotegida y sometida a injusticias y abusos, podría representar a los esclavos o clases más humildes del escenario social.

Como resultado de la lectura de esta obra clásica, debo manifestar con absoluta contundencia que nos encontramos ante un escrito excepcional de género de la fábula, de indudable valor literario, donde el criticismo a las carencias morales de la sociedad y las moralejas derivadas se hacen patentes de una forma exquisita, clara y universal. No en vano, Fedro y el género fabulístico han sido un referente para autores posteriores como La Fontaine, Lessing, Samaniego o Iriarte.

 

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