Hacía tiempo que me rondaba por la cabeza la idea de ir a ver un musical al teatro. Así que, aprovechando la cercanía de las fiestas de Halloween, decidí, en su día, hacer una escapada a Londres para ver una de mis obras favoritas: The Phantom of the Opera. Y es que entre el amplio abanico de posibilidades que me ofrecía esa ciudad, no tuve duda a la hora de escoger este musical. No solo porque su temática se alineaba con la de la festividad de Halloween, sino también porque es uno de esos clásicos impregnados de romanticismo que nunca pasan de moda del que estaba deseando disfrutar.
Siendo esta mi segunda visita a Londres, programé a conciencia la breve escapada de tres días y aproveché para dejarme caer por algunos lugares que me quedaron pendientes en mi anterior viaje. Los mercados de Portobello Road, la Catedral de Saint Paul, el museo de arte contemporáneo Tate Modern y la siempre visita obligada a Battersea Park, no solo porque quedaba al lado de mi hotel, sino porque en la víspera de Halloween se celebraban allí unos festejos y hacían una enorme fogata, alrededor de la cual se congregaba la multitud en su afán por ver la danza hipnótica de las ondulantes llamas y para calentarse un poco en la fría noche londinense. Eso sí, el cerco de seguridad mantenía la hoguera a una distancia prudencial con lo que se hacía conveniente proveerse del delicioso ponche de vino caliente, similar al vino quemado aragonés, que vendían en los innumerables puestecillos que se extendían por el parque.




Después, cerca ya de la medianoche, cuando las llamas empezaban a perder fuerza, se iniciaron los fuegos artificiales, los cuales contemplé embelesada al tiempo que la sensibilidad de mi nariz y mis extremidades iba disminuyendo a causa del frío. Por suerte el hotel quedaba muy cerca, con lo que al terminar la fiesta no dudé en dirigirme hacia allí sin titubeos, mientras me complacía pensando en el té que iba a prepararme y el calorcito que me esperaba allí.


Pero la noche más esperada tendría lugar en menos de 24 horas. Tenía muchas expectativas puestas en el famoso musical y me sabía de memoria prácticamente todas las canciones del mismo. Así que, una vez tuve la entrada en mi bolso, la bufanda y los guantes puestos, me dirigí al teatro, al Her Majesty’s Theatre para ser exactos. Cogí el metro rumbo a Picadilly Circus Station y al poco tiempo ya había llegado a mi destino. Por suerte, esta vez había tenido la precaución de reservar las entradas mucho antes, ya que es prácticamente imposible hacerse con un buen asiento la misma noche de la función.



Con respecto a la obra. ¿Qué puedo decir? La película de 2004 protagonizada por Gerard Butler, en el papel de Erik, el Fantasma, y una jovencísima Emmy Rossum como Christine Daaé, dirigida por Joel Schumacher y con la banda sonora de la mano del fantástico compositor Andrew Lloyd Webber, me dejó muy buen sabor de boca. Destaca también la nominación al Oscar por la mejor canción Learn to be lonely, la canción final de la película. Eso sí, nada comparable a verlo en directo y en un marco tan agradable como el Her Majesty’s Theatre. En mi opinión, el lugar perfecto para el máximo disfrute de este fantástico musical, que reúne todos los ingredientes para considerarse una obra magistral. Un triángulo amoroso, donde la acción, el drama, la pasión, la traición y el amor verán la luz constituyendo una obra imprescindible para los amantes del género, ideal para disfrutar en estas fechas.
A continuación, os dejo el trailer oficial de la película que os comentaba antes, que seguro despertará vuestro interés. Y en el vídeo de la derecha, podéis ver un fragmento de la misma con la canción más conocida de esta gran producción musical, la segunda con mayor recaudación de todos los tiempos, por detrás de El Rey León.
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