A pocos días de la entrada del nuevo año, y aprovechando estos días libres que me quedan antes de volver a la vorágine de mis rutinas habituales, he aprovechado para hacer un stop y reflexionar un poco sobre lo ocurrido durante este año, y, ¿cómo no?, planificar nuevos proyectos y acabar de dar forma a los ya empezados. El tiempo pasa, aunque no seamos muy conscientes de ello. De repente, un día te levantas con vértigos porque el día anterior diste demasiados saltos en la clase de Body combat, o la maldita contractura del hombro te recuerda que ya no tienes 20 años y que tu capacidad de recuperación mengua con el tiempo.

Pero lo más penoso es pensar que tu maravilloso planazo nocturno, consistente en ponerte tu pijama más cómodo (sí, el desgastado con la goma floja del pantalón) y arrebujarte debajo de tu mullida megamanta de suave polar mientras ves un par de capítulos de Humans o Black Mirror, no parece tan interesante, cuando marchándote del gimnasio vas escuchando a varios jóvenes hablar del montón fiestas con «muchas botellas y bebidas gratis» a las que asistirán estas Navidades. Entonces, piensas: «Pues sí, atrás han quedado los años de fiestas y parrandas. Ya no tengo cuerpo para estas cosas.» En ese punto, ya solo te queda poner cara de circunstancias e intentar autoconvencerte de que tu plan sigue siendo estupendo, lo cual acabas haciendo cuando al levantar los brazos para embutirte en tu viejo pijama, la contractura del hombro te recuerda que has tomado la decisión adecuada.

proposito año nuevo

En estas fechas también es habitual hacer la clásica lista de propósitos para Año Nuevo, que todo el mundo se esfuerza en hacer pero que pocos acaban cumpliendo. En mi caso, a la hora de redactar la dichosa lista me vienen a la cabeza los consejos de mi amiga y coach, Laura: ¿es realista tu objetivo?, ¿cuánto tiempo le vas a dedicar?, ¿qué día y a qué hora vas a realizar las acciones concretas para alcanzar tu objetivo? ¡Glups!, ante semejante disección realista, los propósitos de la lista se reducen considerablemente. Con respecto a las cenas consistentes en dos zanahorias y un yogurt desnatado, creo que podré cumplirlo, eso sí, necesitaré un gran esfuerzo de voluntad y que mi marido siga manteniendo los bombones Lindt escondidos. Aunque no todo los dulces pueden ocultarse. Aún tengo acceso al arsenal navideño.

dulces navideños

Así pues, de la lista podemos tachar el propósito de no comer más dulces. No es viable ni realista. Está claro que mientras queden en la alacena neulas, mazapanes, polvorones o turrones no voy a parar, con lo que mejor será apuntar: «No comprar nada que lleve glucosa o derivados». Es más fácil ser disciplinada cuando no tienes nada dulce en casa. Claro que luego corres el riesgo de que el delicioso aroma de alguna creperie, te atrape cual flautista de Hamelín y te lleve a darte un atracón de crepes y gofres, debido a tanta restricción. Hay que evitar estos tentadores y dulces lugares a toda costa. Y doy fe que puede conseguirse. Llevo ya tres días pasando por la nueva crepería del centro comercial y he logrado contenerme. Mientras no le quito ojo al mostrador repleto de dulces ingredientes para rellenar los crepes, le digo a mi marido: «Un día tenemos que venir a tomar algo aquí, pero más adelante, ahora sería un exceso». Ambos nos resistimos a abandonar el lugar… ¡olía tan bien! Al final, nos miramos con pesar y, malhumorados, seguimos nuestro camino, pensando en las zanahorias y los yogurts que nos esperaban en casa.

dieta

Otro propósito realista es el del ponerme en forma. En forma, de verdad. No vale solo mantenerse. Y es que mi tendencia es ir a las clases dirigidas que me gustan, claro está, pero me hago la remolona, ayudada por el mayor buscador de excusas de la historia para no ir al gym, o sea, mi marido, y evito las clases de pesas. Lo reconozco, me aburren soberanamente. Lo cierto es que con estas edades la forma se pierde rápidamente y lo que no puede ser es que en verano pudiera hacer flexiones con relativa facilidad y ahora me quede tirada en el suelo sin resuello después de la primera bajada. Este será mi segundo propósito, que solo requiere un buen programa de entrenamiento, fuerza de voluntad y constancia.

Y creo que aquí termina mi lista de propósitos realistas. Espero que las vuestras estén llenas de nuevos proyectos e ilusión y, lo más importante, que llevéis a cabo con éxito todos vuetros planes. Os deseo un muy feliz año nuevo a tod@s.

2017

 

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