El matrimonio es un proceso consistente en una trayectoria evolutiva que implica un crecimiento personal y social. Esta trayectoria engloba diferentes etapas: cortejo, boda, matrimonio, disolución y viudez o divorcio, y conlleva, asimismo, algunas prohibiciones como el incesto, en general, rechazado en todas las sociedades, la exogamia, la endogamia y otros criterios variados. Es algo llamativo para un occidental que el matrimonio tal y como lo conocemos, basado en la elección libre de la pareja y en el amor romántico, sea la opción menos habitual en otras culturas. Y no solo estamos en minoría en este aspecto, sino que debemos ser conscientes que otras sociedades consideran nuestra postura respecto al matrimonio como algo insólito. Justamente porque la unión conyugal en otras culturas está relacionada con otros asuntos tales como el poder, la subsistencia o la propiedad.

Para convalidar el status conyugal es necesaria la boda, que puede adoptar diferentes formas y requiere de varios medios como la ley, la economía, la religión, entre otros. Es interesante destacar los intercambios de bienes en las bodas, tales como el precio de la novia (bienes que paga el novio por ella) habitual en sociedades africanas, la dote, común en la Edad Media, y el intercambio de presentes entre las familias de ambos cónyuges.

La fase final del matrimonio puede acabar con la muerte de uno de los cónyuges o bien en divorcio. La viudez es una etapa dura donde se requiere de apoyo económico y emocional. En algunas sociedades se aplica el sororato donde una hermana o pariente de la difunta se casa con el viudo, o el levirato donde la viuda se casa con el hermano o pariente próximo del fallecido. A su vez, el divorcio, se contempla como una etapa más complicada sobre todo cuando hay hijos en común.

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Por otro lado, encontramos diferentes elementos constituyentes del concepto simbólico de matrimonio. El primero es la alianza matrimonial. Su uso se remonta a los antiguos egipcios, que consideraban el círculo como símbolo de eternidad. Los romanos también hicieron uso de anillos con sello y posteriormente surge la tradición de entregar el anillo a la esposa para sellar los esponsales. Esta costumbre se extendió desde el inicio del cristianismo hasta nuestros días. La simbología asociada a estos elementos está íntimamente relacionada con la fidelidad, el amor, el compromiso y el respeto al otro.

El uso de las alianzas está extendido en muchas sociedades y forma parte del acontecimiento que confirma la condición de casados de una pareja. Por otro lado, es importante destacar la relación conceptual entre la simbología de las alianzas y el status que estas otorgan a sus portadores. Tal y como, expone Ralph Linton en su libro Status y función, la importancia real del matrimonio “se basa en su continuidad, el reconocimiento social, y en las series nuevas de relaciones de sangre que ellos causan por la descendencia que producen”.

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También nos habla sobre el reconocimiento negativo por parte de la sociedad acerca de las asociaciones sexuales temporales dado que los componentes y/o descendientes de estas asociaciones carecen del status que sí otorga el matrimonio. Aunque esta tesis contrasta, por oposición, frente a lo que mantiene el antropólogo Paul Bohannan sobre el reconocimiento social de la validez de un matrimonio, argumentando con el ejemplo de los esquimales que “sostienen que las relaciones sexuales —incluso las clandestinas— cimientan un matrimonio”.

Otro elemento simbólico es la imagen del corazón, la cual se origina en la civilización egipcia, donde adquiere el concepto de vida, voluntad e inteligencia. En la antigüedad grecorromana toma el significado de principio de vida y personalidad. En las diferentes religiones adopta un papel más espiritual  y contemplativo. Es a partir de la Edad Media donde este símbolo empieza a impregnarse de un significado más relacionado con la afectividad, los sentimientos y el amor romántico que le atribuimos en la actualidad. En el transcurso del tiempo, el significado simbólico del corazón ha ido variando e incluso se ha considerado muy desigual en las diferentes épocas y culturas. En la sociedad moderna occidental la imagen simbólica del corazón construye, en relación con el matrimonio, el concepto de amor, valor fundamental e indispensable para el matrimonio en occidente.

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También forma parte del concepto de matrimonio la imagen de la pareja de cónyuges formada por un hombre y una mujer, estado previo de la familia nuclear. Es destacable la aparición y el aumento, en la sociedad occidental, de familias homosexuales y monoparentales. Así como el incremento de familias desestructuradas tras dificultosos divorcios que complican la estabilidad familiar no solo de los cónyuges sino también de los hijos.

La sugerencia del antropólogo Claude Lévi-Strauss, admitida también por Bohannan, acerca de considerar como unidad mínima familiar la relación madre-prole, despejará cualquier duda suscitada en los sectores más críticos de la sociedad occidental sobre la autenticidad de las familias monoparentales. Se hace necesario, pues, el establecimiento y construcción de nuevos conceptos o bien cambiar la imagen de los que ya imperan (por ejemplo, una imagen de una pareja homosexual como concepto simbólico de matrimonio), para conseguir la aceptación y la normalización de este tipo de familias, calificadas por algunos colectivos más conservadores y tradicionales, de ignominiosas.

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Las relaciones de sangre y las del matrimonio son estrechamente vinculantes y han condicionado el status, las diferentes jerarquías y las relaciones sociales de las diferentes culturas. Como miembro de la sociedad occidental, debo destacar la importancia de otros motivos, que podrían parecernos “poco románticos”, por los que se establecen las relaciones conyugales en otras sociedades, tan básicos como pueden ser la economía, la propiedad y la subsistencia. Sin olvidarnos de los matrimonios acordados, inconcebibles en nuestra cultura, pero no por ello condenados siempre al fracaso o la infelicidad.

Para terminar, es importante subrayar los cambios de acepción, e incluso la pérdida del significado original que han sufrido numerosos elementos vinculados al matrimonio con el transcurso del tiempo. La aceptación de nuevos símbolos constitutivos de nuevos y viejos conceptos, es algo necesario e inevitable en una sociedad acelerada y evolutiva como la nuestra.

 

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