El sonido de un trueno me sobresalta mientras escribo estas letras. Empieza a llover con fuerza. Las ramas de los arboles junto a la ventana se mueven de un lado a otro a capricho de las ráfagas del viento. Relámpagos. Más truenos. El sonido de la lluvia desvía mi atención de la pantalla y, por un momento, me quedo con la mente en blanco, perdida en el hipnótico caer de las gotas. La oscuridad invade el despacho. Suspiro. Resignada, enciendo la lámpara. Miro el termómetro junto al ordenador. Marca 19 grados. Parece que ya es un hecho. El verano se acaba y hay que volver a las rutinas otoñales.

Tarde lluviosa. Se acabó el verano
Cada año la misma historia. Que si el cambio de ropa y el trasiego que supone. Las mismas dudas sobre si es mejor tirar ese jersey de cuello alto que hace años que no te pones, pero que nunca tiras por si vuelve a ponerse de moda. Que si no sabes si guardar todas las camisetas de verano por si en octubre vuelve a hacer calor. Y esos viejos botines de tacón bajo, que están gastados a más no poder, pero que no tiras porque son muy cómodos, y además te dan un aire vintage de lo más cool. Y esa rebeca de lana llena de bolas que siempre guardas “para estar por casa”, pero que nunca te llegas a poner porque pica un montón. Y así podría seguir con mil cosas más.

El tedioso cambio de armario
Y es que adaptarse de nuevo a la rutina no es tarea fácil. Aunque me considero una persona muy disciplinada, tengo que reconocer que en verano me relajo mucho más. Lejos quedan ya los días de sol y mar en Formentera. Cada año adelanto más las vacaciones para poder disfrutar de la isla sin la masificación que sufre en verano. Cosa que al final no acabo de conseguir. La última semana de junio ya empieza a ser insufrible. Por no hablar del instinto gregario de la gran mayoría de veraneantes que, estando la playa casi desierta, se colocan a un palmo de tu toalla; ni de la cantidad de cosas variopintas y asquerosas que puedes encontrar en la arena, desde pañales a rodajas de limón del mojito con su correspondiente vaso y cañita, pasando por un alto número de colillas, trozos de comida y restos de suciedad diversa.
De hecho, el último día de vacaciones, y ya un poco estresada con tanto incivismo, acabé discutiendo con un grupo de muchachas, que ajenas a las incomodidades que seguro les provocaban las rocas sobre las que se tumbaron, colocaron sus bártulos pegados a mi cosas. Para colmo, cuando les llamé la atención me dijeron que si molestaban podíamos hablarlo. What the fuck?! ¿Hablar el qué? ¿Que te has puesto a tres milímetros de mi toalla y estás incluso aprovechando la sombra de mi parasol? ¿Eso es lo que tenemos que hablar? En un ejercicio de autocontrol absoluto, respiré hondo, me di la vuelta y omití la respuesta porque no quería discutir.
En fin, ¿repetir vacaciones en Formentera? Siempre tengo las mismas dudas y, al final, acabo sucumbiendo a los buenos recuerdos. Eso sí, la vuelta será fuera de la temporada estival. Hablando con Susana, la chica que atiende en Información y Turismo, me contó que en agosto la afluencia de motos y coches procedentes de Ibiza y de la comunidad valenciana era tal, que habían tenido que regular, mediante una ley, el flujo de tráfico para limitar el número de vehículos que entraban en la isla. No quiero ni imaginarme un agosto allí. Durante mi excursión en barco también me percaté de que varias boyas indicaban la presencia de posidonia y se prohibía fondear. Imagino que los numerosos barcos fondeados en temporada alta tienen que causar un gran impacto medioambiental y deben dejar el fondo marino hecho unos zorros. Espero, al menos, que las autoridades locales no sacrifiquen ese pequeño paraíso a favor de un turismo barato e incívico que reporta pocos beneficios a la economía insular y sí muchos inconvenientes que perjudican a los ecosistemas de la isla.

Misty y una servidora en Sa Torreta, Formentera
Pero como he dicho antes, lejos quedan aquellos días estivales y ahora hay que prepararse para afrontar el otoño con la mayor energía posible. Os dejo, pues, unos tips la mar de recomendables que yo misma sigo, para que afrontéis sin demasiado trauma este incipiente cambio de estación y para que la vuelta a la rutina sea lo menos dura posible.
1- Se nota que los días se acortan. No es mala idea que vayamos habituándonos a levantarnos más temprano y acostarnos antes. Si os cuesta conciliar el sueño, como a mí, os recomiendo que cenéis temprano. Yo suelo hacerlo sobre las 20:30 horas. Si por cualquier razón, lo hacéis más tarde, intentad cenar algo ligero, sobre todo si tenéis el estómago delicado –por ejemplo, fruta, yogurt y un puñadito de frutos secos– y antes de acostaros tomad alguna infusión relajante que os ayude a conciliar el sueño.
2- El ejercicio es algo indispensable en mi vida. Intento ir cada día al gimnasio y combino entrenamiento aeróbico, practicando Body Combat, Zumba y natación, y anaeróbico con Body Pump y Fitness Condition. No me olvido de la flexibilidad y también procuro ir a las clases de Pilates y de Espalda Sana. Por regla general, suelo ir por las tardes, de esta forma acabo el día lo suficientemente cansada como para no tener problemas de insomnio.

Body Combat, una de mis clases preferidas, quemas un montón de calorías y la coordinación que requiere te ayuda a desconectar a nivel mental
3- El otoño es una de mis estaciones favoritas. Empieza a notarse el fresco en el ambiente y se acercan algunas fiestas importantes como Halloween. Yo siempre intento hacer alguna escapada al campo para disfrutar del paisaje teñido de rojo, amarillo y marrón, y de esos olores a tierra mojada y a humo de leña, tan típicos de esta estación. También preparo el calendario de eventos sociales. Este año vamos con unos amigos al parque del terror Horrorland. Ya os contaré la terrorífica experiencia. Si te gustan los escape room, tienes un montón de ellos para ir. Os recomiendo La Mina, Misión S.W.A.T., El cóctel del Doctor y Xperiment. Todos ellos resueltos exitosamente, excepto el último. Ya os daré los detalles en otro post. Si vives en Barcelona o alrededores y tienes pensado ir a alguno de los espectáculos de ocio que ofrece la ciudad es hora de que te pongas en marcha o te quedarás sin entradas. Como soy previsora y me encanta escoger los mejores asientos, ya tengo las localidades para el musical La familia Adams –ideal para ver en Halloween–, para la ópera La Flauta Mágica de Mozart, y para un concierto de Navidad en el Palau de la Música. La oferta es variada.

Los escape rooms están de moda. Anímate y prueba alguno. Es toda una experiencia que querrás repetir.
4- Si aun con todo esto os sentís decaídos, podéis pensar en alguna actividad que os llame la atención. El año pasado para esta época me apunté a clases de bachata y, aunque al principio me costaba mucho ir porque se hacían de 21 a 22, y a esas horas, con el frío, cuesta moverse de casa, la verdad es que al final acabé divirtiéndome de lo lindo, además de aprender un montón y hacer algunos buenos amigos. Las opciones son muy diversas, desde cursos de bellas artes, pasando por idiomas, clases de música o talleres de interpretación. Tú eliges.
Feliz vuelta a la rutina.
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